El agente y la psíquica: Fines y reinicios de la Tierra 1 (libro completo)

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Queridos lectores, mi primera novela de ciencia ficción, denominada El agente y la psíquica: Fines y reinicios de la Tierra 1 estará disponible su lectura a partir del día de hoy.
Espero que esta experiencia sea igualmente grata, como lo fue para mí escribirla. Si quieren adquirir la versión original, pueden adquirirla a través de Amazon, o Tiendamía.

CAPÍTULO 8: PROSPECTIVA

I

En el laboratorio de César, los dos días siguientes transcurrieron como un hospital. De todos ellos, Lena había sido la única que consiguió descansar apaciblemente durante doce horas. Los demás estuvieron pensativos, medicándose y atendiendo quehaceres domésticos.

Al despertar, el hombre que había ido a rescatar la estaba viendo. Junto a él, un especialista se asomó a la puerta tímidamente. 

  • ¿Ves, César? Ahora somos nosotros quienes te rescatamos. 
  • Sí. Fue hermoso, querida Lena. Ustedes son mis héroes. 
  • Y tú eres el villano de esta historia. ¿Cómo se te ocurrió este perverso plan?
  • ¿Plan? -interrumpió Barack. -¿Cómo qué plan? ¿Todo esto fue planeado?
  • Sí Barack -confesó César.- Mientras trabajaba en el laboratorio medité sobre muchas cosas: la naturaleza de nuestros dones, el aislamiento en el que estábamos viviendo la mayoría de nosotros, el poco interés que tenemos en mostrar nuestras habilidades, el apetito de los monstruos y su tremenda capacidad de aprendizaje. Y entonces llegué a la conclusión de que solo hay una forma de derrotarlos.
  • ¿Cuál? -preguntó el especialista. 
  • Crecer, Barack. Evolucionar. Al ser sobrevivientes en aislamiento somos presas fáciles. Estamos condenados a desaparecer en el anonimato o ser devorados. Sobre todo alguien como yo, que no puede leer la mente o combatir más allá de la escala humana. 
  • ¿Y entonces?
  • Entonces -continuó Lena- este enfermo mental pensó que lo que debía pasar con nosotros era una crisis. Una situación en la que nos obliguemos a actuar como cazadores y no como presas. 
  • Exactamente. La verdad, armar y desarmar planes es una estrategia que he practicado compitiendo con Lena. Ella me leía la mente y yo cambiaba de parecer de un momento a otro. Cada vez que nos cruzamos, pensaba cosas distintas. Sin embargo, es como el juego de cachorros inofensivos, con dientes y garras inútiles para la batalla. Necesitábamos mayor rapidez. 
  • Entonces, ¿lo que buscabas era una oportunidad para que todos muramos?
  • No, Barack. Buscaba una oportunidad para poner a prueba la consistencia del equipo. Si nadie venía por mí, nada funcionaría. Podría haber muerto o sobrevivido, pero eso era lo de menos. 
  • ¡Hombre! ¡De verdad estás loco! ¡Y nos engañaste a todos!  
  • Loco, pero racional. Barack. Necesitaba una oportunidad y ese monstruo nos la dio. El hecho de que encontremos la información cuando Lena descansaba fue el escenario ideal. Pude escapar de su vigilancia y ponerte a ti en el medio. 
  • ¡Eres un monstruo, César!
  • Sí, lo soy. Y lo lamento mucho. Por otra parte, la cosa se salió de control, porque pensé que iban a ser unos cuantos hombres o algo por el estilo; pero vino un monstruo mucho más peligroso que el que me atacó la primera vez o el que matamos en la granja de Lena. Entonces, ante ese escenario, solo podrían pasar dos cosas: moriría antes de que ustedes lleguen, con la posibilidad de que actúen por la cólera o viviría un día más con una batalla de equipo…. Felizmente, fue lo segundo. 
  • Entiendo, César. Entonces, ¿todo terminó? ¿Se acabó la crisis?
  • No. No ha terminado -sentenció Lena. – Hay, por lo menos, uno más. 
  • ¿Pudiste leerlo, Lena? -preguntó César. 
  • Sí. Para controlar la mente tienes que leerla al mismo tiempo. No pude hacerlo con el primero, porque su mente carecía de lenguaje. Sin embargo, me quedó bastante claro: lo que aprende uno lo sabe el otro. Tienen una conexión. 

Barack mantuvo la boca abierta por un segundo ante la noticia. ¡Hay otro monstruo! ¡Y los conoce! ¡Los ha visto! De pronto, se dio cuenta de otra cosa. César y Lena habían dejado de hablar. Se estaban besando cariñosa y dulcemente. 

El especialista abandonó la habitación muy despacio. En la de Evelyn había luz. ¡Había despertado! Se acercó un poco más y vio a Daniel sosteniéndole la mano y hablándole muy despacio, como si estuvieran en el parque, contemplando el atardecer de un sábado.  

En su propia habitación estaba Lally. Le sonríe con algunas arrugas en los ojos. Después de mucho tiempo, ve profundamente el rostro de su mujer y observa que los años le habían cobrado una factura. Sin embargo, la veía más bella que la primera vez. Más hermosa, porque sabe que puede confiar sus secretos y temores más profundos en aquella mujer a la que se entregó el día de su matrimonio. Ella era y sería siempre su don más preciado. 

En el exterior, algunos árboles de cerezo derramaron abundantes pétalos blancos. El clima estaba cambiando para todas las personas y un mundo con quince años de antigüedad comenzaba a pedir algunos cambios.

Fin


Continuar con Los exiliados: Fines y Reinicios de la Tierra 2

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