País con nombre, un poema entremuros
Un poema escrito en cuarentena

No temas cantar tu poema
desnudar las curvas y las ganas de tu aliento
gritar el tornado de tu serenidad en los ojos del horizonte.
Sonríe al que se hace malo.
Somete al gazapo que proclama tu poder.
Ponle velas al designio que llegó desde el primer insomnio.
Recíbelo sin negarle tu abrazo
y déjalo en dos sitios, para que no quiera crecer en tus costados.
Tus manos son justas cuando salen
tus tiempos son malos cuando entran
tu voz es clara cuando tiene que volverse hacia el mañana
y quiere votar por dedicarse una tarde y parte de una noche.
Tus pies son estrellas cuando las músicas recuperan sus géneros
cuando el alma se reencuentra con sus ojos.
Tus lágrimas son aviones que quedaron varados en la cuarentena del pasado.
Tus dedos son balas y salva y medicinas para enmendar el homicidio de un amor imperfecto.
Tus manos funcionan mejor cuando se alejan para cubrir el abrazo
o espiar los regalos que fueron recibidos.
Hoy declaro que eres parte del horizonte, parte del designio, parte de la música, parte del encargo.
No eres más perfecto que quien eras. Solo que hoy has aprendido a ver el lugar que caminas.
A cubrirte con lo que serás desde el espacio.
A perder la ansiedad de decirlo todo con palabras grandes, palabras rápidas o masticaciones duras.
A encontrar los escondites de la ciudad eterna y los secretos de las máquinas voladoras.
No eres más perfecto, pero la voz de la calamidad te hizo encontrar tus razones, aparecer fuera de los túmulos, cambiar fogatas por estrellas.
Le dio fuerza a tus esquinas, vigor a tus breviarios, asfalto a tus falanges.
Te hizo completar los planes de rigor y los leídos.
Te hizo replicar la esperanza para abrir una puerta en el horizonte,
como una cintura que se ciñe para olvidar la demora.
Como una razón más para encontrar al que perdona.
Como un tiempo escogido entre ley y querencias
y tímidos espacios que cuentan lo que hay entre las luces
y el día parecido a una mañana
y el despertar designado a tu sino.
No eres más perfecto
pero te tienes para habitar entre águilas, leones y grifos.
Para crear con miríadas de reinos y manos de horizontes y vidas confiadas y soles que se agolpan para ver lo que alcanzó tu meta.
Para dejarte llevar por esa voluntad que fue contigo al abrir de tus ojos y al cerrar las quincenas.
Para entregarte esa voz que se hace ronca para llamar y llamar
y hacerte uno con el nombre de ella.
Lima, 19 de junio de 2020