Consejos para nuevos (y viejos) escritores (libro completo)

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Queridos lectores, nuevamente pongo a vuestra disposición uno de mis libros. Esta vez se trata de Consejos para nuevos (y viejos) escritores. Una breve, pero auténtica producción, dedicada a quienes tienen algo que enseñar de sí mismos.


Presentación

No hay escuela para enamorarse, para ser esposos o para criar a los hijos. Y en la mayoría de universidades del mundo, tampoco hay escuelas para escribir. Cuando ingresé a los estudios en Literatura, creí, por un tiempo, que ese era el lugar para forjarme como escritor. Error fatal. Había caído en las filas de los críticos, los teóricos, los periodistas culturales y los editores (cada uno con un perfil más simpático que el otro). Sin embargo, había que buscar a los creadores debajo de las piedras. La mayoría se infiltraron en alguno de estos grupos, y se soltaron las trenzas cuando los creyeron personas de bien. Otros, más audaces, crearon sus propios grupos o se lanzaron en la jungla de los talleres de creación literaria para sobrevivir en la creencia de que seguirán escribiendo de por vida. 

Por mi parte, encontré que cada decisión que tomemos respecto de la escritura y la vida en sociedad tiene una paradoja algo extraña: escribir (y dedicarse a ello) es un acto en solitario; sin embargo, no se puede desarrollar una voz propia si no se vive y experimenta con ella en el mundo en que nos tocó vivir. Por lo tanto, la única forma de mantenerse en esta actividad es tomar la escritura y la vida en sociedad más o menos en serio. Vivir completamente en uno de los lados es sinónimo de extinción. Extinción de una vocación o de una vida rica en experiencias, y que valga la pena como caldo primitivo para un futuro libro. 

Por tal motivo, y respetando tu espacio personal, te ofrezco un pequeño librito de ideas que he aprendido estando al borde de perder esta hermosa vocación. He aquí una parte de mi cosecha en solitario y colectivo. Una muestra que puedes llevar a todas partes, acogerla, ignorarla y volver a ella sin preocuparte por su fidelidad. Ella te estará esperando con una breve y encantadora sonrisa. 

i. La escritura creativa: ni religión ni mediocridad

Si pones tu fe, tu alma, tu corazón y tu vida en tu escritura, convertirás a esta en tu justificación para todo: perder el tren, llegar tarde, quejarte de todo, subir de peso, piratear libros, embriagarte, pedir prestado algo que no devolverás, cantar desafinado en un lugar público, llamar a tus amigos a las tres de la mañana, entre otros gazapos que prefiero no mencionar. Todo por tu sagrada escritura. 

 Por supuesto, creer en la escritura como una religión también es motivo para no escribir: La página en blanco es sagrada. No debemos profanarla. Patrañas. Nada más que patrañas.

He conocido “escritores” con “la mejor novela del mundo”. Hablan de ella en las reuniones sociales, en las fiestas. Mencionan parte de su trama (por supuesto, no pueden revelar toda, porque corre el riesgo de ser plagiada) y sus recursos estilísticos (basta con leer un par de libros sobre el tema y reiterar alguna categoría para que suene interesante). ¿Dónde está esa novela? Sigue cocinándose desde hace veinte años. 

En otros casos, cuando logran publicar gracias al beneplácito y favor de la familia (algunos apellidos hacen la maravilla) se vuelven monolitos de la escritura. Validar ello es muy sencillo: presentan todos los libros que pueden con un toque de excentricidad o ganan un concurso literario auspiciado por sus amigos (o ambos, si se puede). ¿Qué les justifica? Su “vida literaria”.

No, amigo escritor, tu vocación es hermosa, pero no (falsamente) sagrada. Es un oficio noble, como la medicina, la mecánica, la física de cohetes o la renovación de calzado. Dependiendo del país donde vivas, puedes vivir de ella o cultivarla como una vocación secreta; pero solamente la justificas escribiendo lo mejor que puedas (aun con la evidente imperfección de nuestra lengua). Lo demás es cuento. Si deseas conocer lo sagrado, enlístate en el seminario, que vocaciones religiosas faltan. Solo en ella el objeto, el método y la Finalidad se encuentran perfectamente alineados. 

Por otra parte, si tienes más de veinte años, ya te habrás dado cuenta de que la sociedad te ha colocado en uno de los peldaños más bajos en la pirámide profesional, con administradores, economistas o ingenieros muy por encima de ti (aunque muchos de ellos no tengan ni la extensión de tus alas ni tu voracidad por la perfección). No te desanimes. Los otros profesionales no son tus enemigos. Conoce su estilo de pensamiento y comparte el tiempo con ellos. Generalmente bajan la guardia cuando escuchan que eres escritor. Se despierta una sana curiosidad por saber cómo alguien eligió una actividad tan extraña o que no le ayudará a pagar sus cuentas. Hasta te contarán que escribieron algo tempranamente, durante la etapa escolar. Déjalos hablar. Hazles preguntas, como en una entrevista (si puedes, toma nota mentalmente). Cultiva en ellos la idea de que somos personas agradables y hasta útiles para la sociedad. Pero si empiezas a hablar abiertamente de lo que sabes, perderás su atención y los adormecerás.  

Como escritor, debes ser consciente de que perteneces a una minoría malinterpretada. No es del todo malo. Le pasó a casi todas las culturas conquistadas por otras más grandes; a todos los grupos étnicos discriminados en la historia; y a los zurdos, hasta hace medio siglo (muchos de ustedes deben serlo). Pero también les pasó a todos aquellos que vieron cosas en el mundo que no funcionaban tan bien, y que hicieron (a través de declaraciones, libros o acciones) algo al respecto. Te corresponde, entonces, el ser alguien de quien nadie espera nada, y que tiene la libertad para contarlo todo. Puedes despertar la sensibilidad de las personas: motivarlas, causarles estupor, entristecerlas o alegrarlas. Si tienes ese don, vivirás realmente como escritor, y todas tus experiencias serán motivo para crear un mundo más coherente, para querer ser otros, para despertar a nuevas ideas. Esa, por supuesto, no es la acción de un mediocre. Debe ser una de las motivaciones que tengas al momento de escribir, y una de las razones para que (en la pobreza o la riqueza) no tengas temor a lo que digas.

Así es la escritura creativa. Una vocación justa y noble que, como muchas otras, tiene su propio precio y trascendencia. Si deseas dar ese paso, te invito a que sigas leyendo.

ii. Sobre los elogios y las críticas

Cuentan algunos historiadores que los emperadores romanos tenían a un servidor cuyo trabajo consistía en repetirles “Recuerda que solo eres un hombre”. No era un trabajo fácil. Los romanos alcanzaron el máximo de territorio en el mundo conocido, con el dicho de que su reino alcanza desde donde sale el sol hasta el ocaso. Era un poder sin parangón. Por ello, resultaba muy fácil creerse omnipotente en un mundo en el que no existía el sentido actual de individuo soberano, y la gente era prácticamente propiedad del gobernante de turno. 

Al concebir un mundo alterno, el escritor pasa por una situación similar. Él crea su mundo, determina sus reglas y decide sobre todo lo que acontece en su creación. Es un poder absoluto (poco visible para el resto del mundo), que combina una extraña sensación de euforia, amor por lo creado, frustración porque podría ser mejor y radical tiranía sobre lo que ocurre en la historia. El reciente éxito de Canción de fuego y hielo, de George R. R. Martin (conocido en televisión como Juego de tronos) hace referencia a lo prescindible que puede resultar un personaje. 

Al dedicarte a escribir, es común que recibas elogios o críticas (o silencios, cuando no desean incluirte como compañero o rival). Recibe con afecto los primeros, pero deshazte de su recuerdo apenas puedas. Los elogios son tan útiles a tu vocación como comer caramelos para curar una caries. Se filtran por tus poros y se alojan en el tuétano. He visto a muchos escritores al borde del fallecimiento. No oyen nada. No ven nada. Aunque siguen caminando (y hablan muchísimo), pierden la capacidad para relacionarse con los demás. Cualquier cosa que se diga acerca de ellos los agita como hojas en el otoño. Si se les pide que hagan algo distinto a su escritura, se desesperan y entran en estupor. Hay que abanicarlos mucho, pues tienen problemas para oxigenarse.  

Las críticas, por otra parte, eran sumamente divertidas en el pasado. Es difícil olvidar la (ahora desafortunada) declaración de Clemente Palma a César Vallejo:

Sus versos son burradas más o menos infectas y que hasta el momento de largar al  canasto su mamarracho no tenemos de usted otra idea sino la de deshonra de la colectividad trujillana, y que si descubrieran su nombre el vecindario haría lazo y lo amarraría en calidad de durmiente en la línea del ferrocarril de Malabrigo 

Este tipo de ejemplos, propio de una época más romántica, suponía que el crítico tenía la fuerza para subyugar a todos los creadores, sin la menor contemplación (o riesgo), como se presenta en la película Birdman, o la inesperada virtud de la ignorancia, en la que solo un aparente suicidio es capaz de revertir (parcialmente) una tendencia negativa. 

En la actualidad, la crítica más mordaz es la desatención. Como cuando se busca trabajo sin contar con experiencia, la multitud de críticos a los que enviemos nuestro trabajo nos responderá con el silencio, el “ahora lo reviso” o “lo leeré pronto”. La indiferencia es el precio de la autonomía. No ser un consagrado les arruina el negocio. por lo tanto, o ingresas al sistema o estás fuera de este. Entonces, la cuestión es si nadie habla de mí, ¿cómo conseguiré que me lean?

La respuesta a esta pregunta tendrá sus atingencias y diversas alternativas de acción. Las variables que tendrás que tomar en cuenta son tiempo, simulación, contexto y permanencia.

  1. Tiempo

¿Cuánto debes dedicar a encerrarte para escribir? ¿Cuánto tiempo dedicarás a tocar puertas, divulgar tu trabajo, pedir notas y reseñas a tus amigos, llamar a medios, conseguir un agente (cuando sea el momento), negociar con un editor? Todo el tiempo cuenta, y los años pasan volando. Por otra parte, ¿cuánto tiempo dedicarás a informarte sobre lo que escribes? ¿Cuánto a vivir experiencias? ¿A viajar? Si eres exitoso, ¿cuánto tiempo brindarás conferencias de prensa, presentaciones de libros, recibir doctorados honoris causa

Aunque suene difícil y lejano, en el momento en que tu carrera despegue, debes comenzar a convertirte en un gestor profesional de tu tiempo. Cuando puedas delegar tareas a alguien de confianza, no dudes en contratarlo. Los plazos, vida cotidiana y acontecimientos extraordinarios siempre tendrán celo del poco o mucho tiempo que tomes para tu escritura. 

b) Simulación

A veces tendrás que ser amigo (o algo parecido) de referentes en lo que estás creando. Algunos son los más bellos especímenes que conocerás. Encontrarás la paz, el sosiego y el bienestar en su sabia compañía. Otros, harán que desees que te encadenen como Andrómeda, para esperar el kraken. No temas, estas relaciones no son eternas. Sin embargo, no olvides ser agradecido con el más mínimo favor que te ofrezcan. También puedes ser un amigo sincero, comprender en qué momento comenzaron a involucionar y convertirse en estereotipos predecibles para una mala historia. 

c) Contexto 

Cada comunidad tiene sus preferencias: hay quienes optan por las novelas de ciencia ficción; otros (en un número reducido) eligen la poesía; una multitud, las historias de magia; muchísimos, los libros de autoayuda (para quienes digan que estos son literarios); y en algunos casos aparecen las epístolas, los libros de reflexiones, etc. Para escribir en cada uno de ellos, hay que tomar en cuenta las respuestas que puedas dar a las siguientes preguntas, las cuales debes considerar como ineludibles:

  • ¿Sobre qué deseas escribir?
  • ¿Estás capacitado(a) para ello?
  • ¿Qué cosas nuevas tienes para decir sobre este tema?
  • Si no tienes cosas, nuevas, ¿hay algo único en tu estilo que deseas desarrollar a través de una carrera de creación literaria? (No confíes solo en tu criterio; compruébalo con un experto). 
  • ¿Podrás vincularte con una comunidad que trabaje aquello que has decidido?
  • Si no deseas vincularte con dicha comunidad (porque los detestas, te odian gratuitamente o no hay nada que compartir con ellos), ¿podrías gestar una nueva comunidad?
  • ¿Tienes a alguna persona de la cual no te puedas deshacer, que sea de confianza, que evidencie claridad, buen gusto y con una honestidad brutal? (Si la encuentras, haz que nunca se aparte de tu lado). 

d) Permanencia

Pasar de un estilo a otro, experimentar con lo que ya has logrado y buscar explotar otros géneros debería ser el desarrollo natural de un buen escritor y de cualquier artista en general. Sin embargo, casi de modo natural te encasillarán como el poeta triste, el narrador cínico, o el crítico miserable. Tú y yo sabemos que puedes ser mucho más que esto, pero es difícil que el colectivo piense igual. Es el precio de contar con una imagen pública, y su mayor riesgo es que comiences a creer en ella. 

Estos clichés duran tanto como quince minutos de fama. Te servirán para mantenerla, pero no para descansar en ella. No hagas un esfuerzo descomunal por tratar de cambiar lo que crean de ti. El mundo es muy grande y la vida demasiado corta para perder el tiempo como para declarar que tus esfuerzos están en otros intereses.

Tu permanencia no la mide el dinero ni el tiempo en intervalos de una fama breve. La hace los cambios concientes que vas realizando en tu etapa azul, tu etapa verde o tu cubismo. No tengas miedo en ser auténticamente cambiante o de permanecer suficiente tiempo como para dominar un estilo. Tienes la libertad para ambas cosas.

César Moro expresó unos versos que me parecen sumamente oportunos para expresar esta idea:

“Il faudrait avoir mille vies par jour et les immoler journellement. On donne tout pour ne rien avoir. Toujours à recommercer. C’est le prix de la viemerveilleuse. Mensonge de la raison, de l’expérience. Une vie n’explique rien. Tout est si loin, vient de si loin et s’en va si Loin. l’apparence quis’eloigne me tue”.

iii. Sobre la rutina de escritura

Crear es como la gimnasia: cada “rutina” es una experiencia extraordinaria. Derrochas energías creando cuando comes, cuando duermes, cuando conversas con alguien. Si deseas vivir en un acto de creación, deberás estar sumamente consciente de lo que te diga tu propia voz (estilo, ideología, pensamiento, ánima o las distintas formas en que ha sido llamada). Tu voz te conducirá a nuevas experiencias. Estas, a nuevas historias. Las personas reales tendrán un correlato en la ficción. La ficción dará sentido e influirá en la realidad. Y cuando menos lo percibas, eso se convertirá en un libro o una serie de libros.
Esta rutina agota, pero da un nuevo sentido a muchas de las cosas que haces: a reuniones interminables, a paseos en la ciudad o la naturaleza, a la cacería de libros antiguos, a escuchar buena música, a visitar galerías de arte, a trabajar en proyectos imposibles. Pero también te conducirá a conocer personas con distintas condiciones. A saber cómo piensan, a escuchar cómo sus voces se comunican contigo, a leer su corazón a través de sus palabras. Devoras todo y entregas un producto hecho con la sangre propia y la ajena, combinadas deliciosamente.
En algunas ocasiones la escritura, como acto mecánico, podrá esperar. No desesperes. Ninguna acción debe ser tirana (ni la “tiranía del espíritu” propuesta por Breton). Deja que tu voz dialogue con las de otros. Cuando no escribas, dedícate a leer. No solo se leen los libros. Se lee todo. Se aprende de todo. Y cada lectura, como en el teatro, es un acto único, irrepetible y personal. Tu lectura no te dará la verdad de las cosas, pero sí te acercará a otras verdades. 

iv. A quién escribir

Hay que hacernos estas preguntas todo el tiempo. ¿Escribo para mí? ¿Para mis seres queridos? ¿Para mi editor? ¿Para ganar dinero como cerdo gruñón (paráfrasis de los jefes del J.P. Morgan)? Es probable que esta sea una pregunta diaria, pero sobre la cual tendremos que establecernos para determinar el rumbo de nuestra carrera.
Como sabemos, la evaluación que hagan los demás nos encasillará en un género o tendencia, la cual será implacable e independiente de lo que deseamos. Por lo tanto, queda en nuestro poder el decidir con quién deseamos sostener nuestro diálogo.
Si quieres escribir para ti mismo, estarás declarando que no deseas seguir ninguna recomendación, pauta, taller o escuela. Puedes ser tábula rasa en tu temática, en tus sueños e ilusiones y, por supuesto, en tus secretos. No es necesario publicar o llevar tu contenido a otros ojos (aunque es probable que lo desees en secreto). Sin embargo, tal vez, como le pasó a Kafka, un amigo haga que descubran tu genialidad cuando ya no estés. Disfruta ese camino en el anonimato. Si tu obra es buena, y tiene la oportunidad de ser publicada, vivirá algunos siglos más.
Si deseas escribir para tus seres queridos, lo más probable es que te baste con presentarle a ellos tus cuentos y poemas. Es difícil saber si a ella o él le interese lo que escribas (o si llegue a entenderlo, lo cual tampoco es un pecado). Generalmente, la literatura supeditada a las declaraciones de amor suenan mal o tienen un resultado pragmático infructuoso. Ello se debe a que encontramos un conflicto de intereses entre la calidad de la obra y la declaración explícita de tus sentimientos. Rarísimo serán los casos como el de Dante Alighieri, ya en la epítome del amor imposible y sin nada que perder, para llevar su apasionamiento fuera de lo humano. No en vano, su Divina Comedia cambió las preferencias de la lengua para los textos literarios, revolucionó la teología de su época y nos dio una prueba más de que los lectores aman el encuentro amoroso, pero adoran la esperanza que no se pierde.
Escribir para tu editor significa que tienes dotes comprobados para este oficio, pero harás las veces del mensajero que satisface pedidos. Será algo parecido a la rutina que tienen los mangakas en Japón, quienes terminan con cuadros de ansiedad, anemia, temor a la sociedad, lumbalgia, delirios de persecución, entre otras dolencias. Se puede estar así por un tiempo (y vender considerablemente bien), pero no llegar al último día y decir que has vivido.
Escribir para vender como un cerdo gruñón equivale a solo pensar en qué consume la gente, qué necesidad puedes cubrir, qué cosas te van a comprar sí o sí, aunque te falte el talento necesario para aplacar tu conciencia. La fórmula es totalmente efectiva, y la podemos demostrar cuantitativamente: a Mario Vargas Llosa lo han traducido a 40 idiomas; a Paulo Coelho lo tenemos en 73. La proporción será mucho más radical si lo llevamos al número de lectores que tienen cada uno de ellos. Si eliges ese camino (tan válido como los otros), deberás aceptar que una minoría letrada criticará, desde su palco, cada segundo que vivas.
Como seguramente ya te has dado cuenta, esta enumeración es arbitraria. Siempre hay puntos intermedios entre cada una de ellas. Puedes escribir, disfrutar de tu trabajo, vender decentemente y hasta hacer que algún crítico hable bien de ti en algún diario de domingo. Pero así como eliges lo que vas a contar, también tienes que saber qué tan autista o showman puedes llegar a ser.
Si me preguntas a mí, te haré una confesión: yo no negocio con mi poesía. Tal vez nunca la venda, pero podré mirar cara a cara a las personas cuando hable de ella (si es que alguien me lo pide, alguna vez). En cuanto a mis relatos y futuras novelas, tal vez logre un equilibrio para contar algo que disfrute contar, y que no sea del todo ajeno a ciertos cánones. Después de todo, la narrativa es el discurso literario más social y el más afortunado. Finalmente, este librito de consejos, que nació a partir de una catarsis pacífica, puede ser explicado mejor como un agradecimiento a todos los maestros que voluntaria o involuntariamente he tenido el gusto de conocer y que, parafraseando el Evangelio según Mateo, lo que recibí gratis, lo entrego gratuitamente.


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