Reseña de “El doble ciego y otras ficciones científicas” de Mauro Marino Jiménez

En el riguroso y, a menudo, impersonal mundo de la publicación académica, donde la objetividad es la moneda de cambio y el estilo se somete al yugo de la estructura, Mauro Marino Jiménez se atreve a preguntar: ¿Qué pasa cuando el juicio se tropieza con la emoción? La respuesta es este libro brillante y singular: El doble ciego y otras ficciones científicas, una obra que no es ni una novela ni un ensayo, sino un artefacto literario que disecciona con humor, inteligencia y una profunda compasión el corazón humano que late bajo la prosa científica.
El libro utiliza un formato epistolar ficticio para reconstruir los “pliegues invisibles del mundo académico”. A través de una serie de cartas entre el protagonista, el Dr. Elías Montes, y una variedad de editores y revisores, Marino Jiménez parodia el solemne proceso de la revisión por pares “doble ciego”. Expone con agudeza cómo, en la práctica, los egos, las lealtades y los prejuicios estilísticos se filtran a través de la supuesta objetividad. El resultado es una crónica sincera sobre “el deseo de escribir desde los márgenes, el temor a no encajar y la dignidad de insistir con estilo propio”.
Elías Montes es un protagonista memorable, un autor que “insiste” en que el pensamiento también puede ser bello. Su prosa es descrita por sus antagonistas como “exuberante” y “casi volcánica” , un estilo que choca constantemente con las expectativas de un sistema que prefiere “forma sin pensamiento”. Las respuestas de Montes a sus críticos son una delicia de ingenio, ironía y una defensa apasionada de la forma como parte inseparable del fondo. Los personajes que lo rodean —desde el adusto Profesor Lentz hasta el apasionado revisor Fontanesi y la diplomática editora Elisa Ferrer— son arquetipos perfectamente reconocibles para cualquiera que haya navegado las aguas de la academia.
Más allá de la parodia, el libro es una reflexión profunda sobre la naturaleza del saber. Confirma una certeza: “la racionalidad científica no está libre de emoción, de poder, ni de estilo”. Marino Jiménez argumenta, a través de la voz de sus personajes, que el juicio más “objetivo” a menudo nace del miedo a que “una metáfora deshaga la estructura que costó tanto construir”. Es una defensa de la belleza, la incomodidad y la provocación como herramientas legítimas del pensamiento.
El doble ciego y otras ficciones científicas es una obra necesaria, especialmente “a quienes se han sentido fuera de lugar en el mundo del saber”. Es un libro para autores, editores, revisores y para cualquier lector que aprecie un diálogo inteligente y conmovedor sobre el eterno conflicto entre la estructura y el alma. Es, en definitiva, un mapa emocional de lo que significa “pensar con belleza en un sistema que no siempre sabe cómo recibirla”. Absolutamente recomendable.