La música inaudible del último kryptoniano: “Superman” (2025) y la audaz resemantización del punk rocker

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En el panteón de los arquetipos culturales, pocos parecen tan antitéticos como el “punk rocker” y Superman. Uno es el ícono de la anarquía, la mugre sónica y el “No Future”; el otro, el símbolo impoluto del orden, la verdad y el “sueño americano”. Sin embargo, es precisamente en la colisión de estos universos donde la esperada película “Superman” (Gunn, 2025) ejecuta su maniobra más brillante y subversiva. A través de un diálogo temático con la letra de “Punk Rocker” de Teddybears —inmortalizada por la voz cascada y desafiante de Iggy Pop—, el filme deconstruye y reensambla la esencia del punk, no como una estética de la negación, sino como una ética radical de la autenticidad. La película postula que en un mundo adormecido por el cinismo, el acto más genuinamente punk no es romperlo todo, sino tener la audacia de creer en él y actuar en consecuencia, guiado por una partitura íntima que nadie más puede oír.

La narrativa nos presenta a un Clark Kent inicial que encarna a la perfección al narrador de la canción. Lo vemos moverse por el mundo sintiéndose fuera de lugar, un conductor anómalo en la carretera de la normalidad. La letra dice: "You see me drivin' down the street / I'm just not looking good" (1-2). Esta no es una descripción de su apariencia física, sino de su desfase existencial. Es el joven Clark luchando por contener una fuerza cósmica en un cuerpo de granjero, sus acciones torpes y su alienación palpable. La sensación de peligro y descontrol que Iggy Pop canta en "I got both hands off the wheel / I got you runnin'" (3-4) se manifiesta en el miedo primordial de Clark a sus propios poderes. Su “conducción” inicial por la vida es imprudente no por elección, sino por naturaleza. El mundo corre de él, y él, en cierto modo, corre de sí mismo, adoptando la fachada del hombre apocado como una forma de punk reactivo: una pose para sobrevivir, un eco irónico del nihilismo performativo que la canción critica.

El punto de inflexión, y el corazón de la resemantización, se encuentra en los versos más reveladores de la canción: "I'm listening to music you can't hear / I got pretty music in my ear" (5-6). Esta “música bonita” es la clave hermenéutica de todo el filme. Para Superman, esta partitura inaudible es una sinfonía compuesta por tres movimientos: el legado biológico de Krypton, la brújula moral inquebrantable forjada por los Kent y una empatía sobrehumana que le permite escuchar el llanto silencioso del mundo. Mientras la sociedad, las agencias gubernamentales y los villanos lo perciben como una anomalía peligrosa —alguien con “ambas manos fuera del volante”—, sus decisiones están, en realidad, guiadas por esta melodía interna. Cuando elige salvar perros o ardillas no es un error de cálculo táctico, sino una obediencia a una armonía moral que prioriza la inocencia. El mundo no entiende su ritmo, y es en esa incomprensión donde reside su verdadera identidad punk.

Desde su elevada perspectiva, Superman observa a una humanidad que a menudo se corresponde con la descripción de la canción: "I see you standing in the street / And you can't stay on your feet / And your walking in your sleep" (9-11). No es una mirada de desprecio, sino de profunda y dolorosa compasión. Ve a la sociedad “caminando dormida” hacia el conflicto, la apatía y la autodestrucción, incapaz de ver los peligros que él percibe con claridad. Su existencia misma es un despertador. La risa solitaria del narrador, "You can hear me laughing to myself" (13), se transforma en el filme en la aceptación agridulce y solitaria de su rol. Es la ironía cósmica de ser el ser más poderoso del planeta y encontrar su propósito no en el dominio, sino en el servicio silencioso, una broma privada cuyo remate es la salvación.

Así, la declaración insistente, "Cause I'm a punkrocker, yes I am" (7, 17, 25), se despoja de toda su carga de nihilismo adolescente para convertirse en una afirmación madura y radical de su ser. Significa: “Sí, soy un extraño. Sí, opero bajo un código que no podéis ni empezar a descifrar. Sí, mi existencia desafía vuestras nociones de poder y normalidad. Y es precisamente por eso, no a pesar de ello, que elijo ser vuestro protector”. La rebelión de Superman no es contra la sociedad, sino a favor de su potencial. Su desafío no es al orden, sino a la entropía de la desesperanza.

En su acto final, al enfrentarse a la encarnación del cinismo y la fuerza bruta, Superman completa esta transfiguración del arquetipo. Su negativa a ser cooptado por ejércitos o ideologías, su elección de absorber el golpe en lugar de devolverlo con ira, y su fe inquebrantable en la bondad inherente de los “sonámbulos” a los que protege, es el manifiesto punk definitivo. “Superman” de James Gunn, en su diálogo con Teddybears e Iggy Pop, nos enseña que el punk verdadero no murió con las crestas y los imperdibles. Ha evolucionado. Hoy, el acto más desafiante, la rebelión más pura, es escuchar la “música bonita” de la empatía en medio del ruido ensordecedor del mundo y, con las manos firmes en un volante que solo uno puede ver, conducir a todos hacia la luz.

Referencias

Gunn, J. (Director). (2025). Superman [Película]. DC Studios; Warner Bros. Pictures.

Teddybears. (2000). Punk Rocker [Canción]. En Rock ‘n’ Roll Highschool. Atlantic Records.

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