¿Funciona la educación virtual?
He pasado más tiempo recibiendo objeciones sobre la educación virtual que dedicándome a hacer cosas novedosas con ella. ¿Razones? La más frecuente es el miedo: si son eficaces, si va a funcionar con este tipo de alumnos, si es realmente educación, si tiene un principio y un fin…
La segunda objeción (mucho más legítima que la primera) que encuentro es la funcionalidad. Aquí vemos el ingreso de la razón: ¿es posible evaluar virtualmente? ¿Es posible asegurar la calidad? ¿Existen suficientes razones para equipararla con la versión presencial?
Aquí me detendré en otro momento, cuando tenga posibilidad de descansar y respirar…
Ahora que una pandemia tiene que recordarnos que somos frágiles, el primer tipo de cuestionamientos se ha multiplicado. Parece que se ha convertido en el “colchón”, “almohadillado” o “chivo expiatorio” que tiene la gente sobre el coronavirus y sus ganas de romper la inamovilidad decretada por los gobiernos prudentes: Queremos educación, pero queremos que sea presencial… Y esperaremos lo que sea necesario para conseguirlo.
Lamento ser pesimista, pero el coronavirus no solo es una situación más allá de nuestra emocionalidad: también es un mensaje de que cualquier alteración biológica hará que no contemos con otra opción que refugiarnos en nuestras casas: aprender a estudiar, trabajar y hacer nuestra vida más o menos soportable en un espacio cerrado.
Por esa razón, debo invitar (y exhortar) a que todos miremos a la educación virtual como una alternativa real, tangible y seria… De hecho, habrá un momento en la historia de la humanidad en que no tendremos otra opción.
Han pasado casi diez años en que abracé la educación virtual. Había culminado mi primera maestría en modalidad presencial y me prometí que nunca más perdería el tiempo en un aula donde no ocurra nada significativo. Por eso, mi segunda maestría fue virtual, mi doctorado fue virtual y el congreso que organicé, con el apoyo de la universidad en la que trabajo y aquella donde me gradué, tuvo una participación de 700 personas en simultáneo.
Sé que esta experiencia es nueva para la mayoría. Pero las condiciones de aislamiento social son para todos. Por eso, creo que es vital que nos pongamos del lado racional y (eventualmente) de lo proactivo.
Como dicen en las redes, espero abrazarte más tarde… Y si no puedo, quiero verte enseñando y aprendiendo… al menos desde una pantalla. Ese es el mejor camino para nuestro presente y (posiblemente) el único para nuestro futuro.