“Yo vengo a ofrecer mi corazón”: una plegaria laica entre los escombros del desencanto

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Hay canciones que son como cartas selladas en medio del fuego: sobreviven al desastre no porque lo ignoren, sino porque lo atraviesan con la obstinación de quien sigue creyendo que el amor y la ternura pueden ser herramientas políticas. “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, compuesta e interpretada por Fito Páez en 1985, es una de esas piezas raras y preciosas que no solo han envejecido con dignidad, sino que parecen renovarse con cada crisis que atraviesa América Latina. Se trata de una canción que no pide permiso para ser cantada en voz baja o en las marchas; para llorarse en soledad o en vigilia colectiva. Es, en esencia, una ofrenda de alma abierta, sin solemnidad, pero con una gravedad ética que traspasa generaciones.

La canción aparece por primera vez en el álbum Giros (1985), segundo disco solista de Páez y considerado por muchos como uno de los álbumes fundamentales del rock argentino. La década del ochenta, marcada por la reciente recuperación democrática en Argentina tras la dictadura militar (1976–1983), fue también un período de profunda revisión de los lenguajes artísticos. La música —y especialmente el rock— había dejado de ser solo un divertimento juvenil para transformarse en el vehículo de un anhelo colectivo: decir lo que no se había podido decir, sanar a través de la palabra, reconstruir los vínculos rotos por el miedo. En ese contexto, Páez propone una canción que, más allá del artificio del espectáculo, se atreve a invocar la sensibilidad como forma de resistencia.

“¿Quién dijo que todo está perdido?” (v. 1), se pregunta desde el primer verso. La respuesta no es una proclama ideológica ni una consigna de barricada. Es, más bien, una promesa íntima: “yo vengo a ofrecer mi corazón” (v. 2). La estructura lírica se apoya en el tú implícito, en un interlocutor colectivo —a veces América Latina, a veces una persona amada, a veces nosotros mismos—, y lo que se ofrece no es un programa, sino una disponibilidad afectiva, una ética de la entrega en tiempos en los que el cinismo y la fractura eran moneda corriente.

Musicalmente, la canción se despliega en una base melódica sencilla pero conmovedora, con un piano que no busca deslumbrar sino acompañar, como un río que no necesita imponerse para marcar su cauce. La interpretación vocal de Páez, levemente quebrada, sin florituras, recuerda al canto de los trovadores latinoamericanos, en particular a figuras como Silvio Rodríguez o Mercedes Sosa, quien grabaría una versión poderosa del tema años después. La austeridad sonora potencia el peso específico de cada palabra, donde “sangre en las venas” (v. 5), “luz del alba” (v. 7) y “un pacto con el dolor” (v. 11) no son solo imágenes poéticas sino declaraciones vitales.

La canción fue rápidamente adoptada como un himno extraoficial por múltiples movimientos sociales, incluso más allá de las fronteras argentinas. Su uso en contextos de protesta pacífica, homenajes a desaparecidos y campañas solidarias ha sido documentado en países como Chile, Colombia, México y Perú. En 2010, por ejemplo, fue cantada de forma coral por artistas latinoamericanos en el evento Paz sin Fronteras organizado por Juanes y Miguel Bosé en La Habana, Cuba. La elección no fue casual: “Yo vengo a ofrecer mi corazón” evoca una idea de solidaridad no vertical, no caritativa, sino horizontal y recíproca. No se trata de salvar a nadie, sino de “abrirse” en un gesto político profundamente humano.

La dimensión sociocultural de la canción es también inseparable del momento vital de Fito Páez. Habiendo perdido a su madre a los ocho meses de nacido, y a su padre a los dieciocho, el joven Páez llevaba ya entonces una biografía signada por el desarraigo afectivo. Algunos críticos han leído en esta canción una forma de conjurar esa orfandad, de reconstruirse desde la fragilidad. Como dice el musicólogo Sergio Pujol (2005), “Fito encuentra en la canción un lugar para la piedad y la dignidad, no como estandartes, sino como ejercicios cotidianos.”

Por otro lado, en el marco de la posdictadura, la canción introduce una forma de reparación simbólica que evita la retórica del castigo o la revancha. El “corazón” ofrecido no es un perdón ingenuo ni una excusa edulcorada; es un terreno común donde puede comenzar el diálogo. Y esa ha sido precisamente una de las claves de su vigencia: su poder para invocar la ternura sin infantilismo, la esperanza sin complacencia, la política sin dogma.

La canción ha sido versionada por artistas tan diversos como Mercedes Sosa, Ana Belén, Omara Portuondo y Pablo Milanés, lo cual da cuenta de su capacidad para moverse entre géneros, geografías y generaciones. En 2021, la cantante argentina Nathy Peluso la interpretó en los Premios Gardel, dando una nueva vida al tema en la voz de una artista que representa la hibridez contemporánea del arte latinoamericano. Lejos de desdibujarla, estas relecturas solo han confirmado la potencia adaptable del tema, su cualidad de texto abierto.

Hay una última línea que condensa el espíritu de la canción: “Tanta sangre que se llevó el río, yo vengo a ofrecer mi corazón” (v. 17–18). Es una imagen devastadora y a la vez profundamente redentora. Frente al caudal incesante de la muerte, la corrupción, la desigualdad o la indiferencia, la única réplica posible parece ser esta: ofrecer el corazón. Y hacerlo no como acto de heroísmo, sino como ejercicio cotidiano de presencia.

En un mundo cada vez más acelerado, polarizado y fragmentado, “Yo vengo a ofrecer mi corazón” no pierde actualidad. Al contrario, su vigencia se renueva en cada nuevo escenario de dolor y de lucha, como si el eco de su melodía nos recordara que, en efecto, no todo está perdido.


Referencias:

  • Páez, F. (1985). Yo vengo a ofrecer mi corazón. En Giros [Álbum]. EMI.
  • Pujol, S. (2005). Rock y dictadura: Crónica de una generación. Emecé.
  • Sosa, M. (1991). Yo vengo a ofrecer mi corazón [Versión]. En De mí [Álbum]. Polygram.
  • Portuondo, O., & Milanés, P. (2005). Yo vengo a ofrecer mi corazón [Versión]. En Dos [Álbum]. Universal Music.
  • Peluso, N. (2021). Premios Gardel 2021 [Actuación en vivo].
  • García Canclini, N. (1990). Culturas híbridas: Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Grijalbo.
  • Rinesi, E. (2006). Política y tragedia. Hamlet y la ética de la lectura. Prometeo.
  • Rock.com.ar. (s. f.). [Biografía y discografía de Fito Páez]. https://rock.com.ar
  • El Clarín. (2021, junio 1). El emotivo homenaje de Nathy Peluso a Fito Páez en los Gardel.

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