Las dos caras de un universo narrativo: una comparación entre Breaking Bad y Better Call Saul

Impacto cultural y legado compartido
En la historia reciente de la televisión, pocas series han logrado redefinir los estándares narrativos y estéticos como lo han hecho Breaking Bad (2008-2013) y su precuela Better Call Saul (2015-2022). Ambas producciones, surgidas de la mente de Vince Gilligan, trascienden las categorías del entretenimiento convencional para convertirse en fenómenos culturales de extraordinaria relevancia. Mientras Breaking Bad construyó un arquetipo de antihéroe contemporáneo con Walter White, un profesor de química transformado en un despiadado narcotraficante, Better Call Saul exploró los matices más complejos y emocionales de Jimmy McGill, un abogado que evoluciona hacia el inescrupuloso Saul Goodman.
El impacto cultural de estas series no solo radica en su capacidad para atraer audiencias globales, sino también en la manera en que han influido en la crítica televisiva, consolidando a la “edad de oro de la televisión” como una plataforma narrativa tan sofisticada como el cine o la literatura. Breaking Bad revolucionó el género del drama criminal al construir un protagonista cuya espiral descendente reflejaba la corrupción inherente del sueño americano. Como ha señalado Sepinwall (2013), “la transformación de Walter White en Heisenberg simboliza el lado oscuro de la ambición en una sociedad capitalista”. Por su parte, Better Call Saul llevó el concepto de precuela a nuevas alturas, utilizando una narración deliberadamente pausada para explorar los dilemas éticos y psicológicos que subyacen en el ámbito legal y personal de su protagonista. Ambas series, con sus estilos distintivos, plantean preguntas profundas sobre la moralidad, la ambición y la identidad, dejando una marca indeleble en la cultura popular.
Conexiones narrativas y estéticas
Los personajes puente: Mike Ehrmantraut y Gustavo Fring
Uno de los mayores logros de Better Call Saul fue expandir el universo de Breaking Bad a través de personajes puente que unen ambas historias sin perder su esencia. Mike Ehrmantraut, interpretado con maestría por Jonathan Banks, es el ejemplo más claro de esta conexión. En Breaking Bad, Mike es el lacónico y eficiente hombre de confianza de Gus Fring, cuya frialdad y profesionalismo se presentan como atributos incuestionables. Sin embargo, en Better Call Saul, vemos una versión más humana y vulnerable de Mike, marcada por su relación con su nieta y su lucha interna por redimir los errores de su pasado. Esta complejidad añadida transforma a Mike en un personaje tridimensional, cuyo arco narrativo se convierte en una medición del tono entre ambas series. Como apunta Gilligan en una entrevista (AMC, 2019), “Mike es el pegamento emocional que conecta la moralidad frágil de estos mundos”.
Por su parte, Gustavo Fring (Giancarlo Esposito) es otro eje crucial que une los mundos de ambas series. En Breaking Bad, Fring es el epítome del villano calculador, cuya fachada como dueño de una cadena de pollerías encubre su emporio criminal. Better Call Saul enriquece este retrato al profundizar en los inicios de su imperio y en sus motivaciones personales, particularmente su sed de venganza contra el Cartel de Salamanca. El Gus de Better Call Saul es menos omnipotente y más metódico, mostrando cómo su paciencia y astucia se forjan a través de una serie de enfrentamientos y alianzas que cimentan su poder.
El ritmo narrativo como reflejo de sus protagonistas
El ritmo de ambas series también refleja de manera directa las personalidades de sus protagonistas. Breaking Bad es una serie que se mueve con la urgencia y la intensidad de Walter White, cuya transformación de un hombre ordinario a un magnate de la metanfetamina se desarrolla en una serie de eventos explosivos y vertiginosos. La tensión constante y las decisiones impulsivas de Walt se traducen en una narrativa llena de giros dramáticos y momentos de alto riesgo, manteniendo a la audiencia al borde del asiento. Según Mittell (2015), “el ritmo frenético de Breaking Bad refleja la inexorabilidad de las elecciones de su protagonista”.
En contraste, Better Call Saul adopta un enfoque más pausado y contemplativo, que refleja el lento pero inexorable declive moral de Jimmy McGill. La serie utiliza el tiempo para explorar los matices emocionales y las complejas relaciones de sus personajes, desde su dinámica con Kim Wexler hasta su conflictuada relación con su hermano Chuck. Este ritmo más lento permite que los momentos de tensión se acumulen de manera gradual, creando un impacto emocional más profundo cuando finalmente se desatan.
Dualidades: Walter y Jesse y Jimmy y Kim
Un elemento central en ambas series es la construcción de dualidades complejas a través de sus relaciones más significativas. En Breaking Bad, la dinámica entre Walter White y Jesse Pinkman es una de las más emblemáticas. Walter, inicialmente un mentor para Jesse, se convierte en una figura manipuladora, utilizando su relación como un medio para cumplir sus propios fines. Jesse, por su parte, representa la conciencia moral de la serie, a pesar de sus propios errores y debilidades. Como comenta Sepinwall (2013), “la relación entre Walter y Jesse es un espejo distorsionado de la redención y la corrupción”.
En Better Call Saul, la relación entre Jimmy McGill y Kim Wexler opera en un nivel igualmente profundo, aunque con matices diferentes. Kim, interpretada por Rhea Seehorn, es una figura de apoyo y también un catalizador para el lado más oscuro de Jimmy. Su propia lucha interna entre la ambición profesional y la integridad personal refleja los dilemas de Jimmy, pero también subraya las diferencias fundamentales entre ellos. A medida que Jimmy se hunde más en su identidad como Saul Goodman, Kim también se ve atrapada en un ciclo de decisiones cuestionables, creando una trágica simbiosis entre ambos.
Estética visual y tonalidades contrastantes
Visualmente, ambas series comparten un lenguaje cinematográfico que utiliza de manera magistral los paisajes desérticos de Nuevo México como telón de fondo, pero sus paletas y estilos difieren significativamente. Breaking Bad favorece colores cálidos y contrastes fuertes que subrayan la tensión y la violencia latente en su narrativa. Por otro lado, Better Call Saul emplea tonos más apagados y composiciones meticulosas que reflejan la naturaleza introspectiva y a menudo melancólica de su historia. Estas diferencias estéticas refuerzan las temáticas de cada serie, mostrando cómo el universo compartido puede adoptar múltiples perspectivas.
Conclusión: Reflexiones finales y resonancias compartidas
La comparación entre Breaking Bad y Better Call Saul revela cómo dos narrativas interconectadas pueden coexistir de manera independiente mientras enriquecen un universo compartido. Si Breaking Bad es un estudio sobre la corrupción del poder y la ambición desmedida, Better Call Saul es una meditación sobre los compromisos morales y las consecuencias de las decisiones aparentemente menores. Juntas, estas series forman un espejo que refleja las luces y sombras de la condición humana.
Una reflexión sugerente es cómo estas producciones han reconfigurado el papel del tiempo en la narrativa televisiva. Breaking Bad nos muestra la aceleración de un destino inevitable, mientras que Better Call Saul nos invita a detenernos y observar los pequeños momentos que dan forma a las tragedias personales. Como concluye Mittell (2015), “la televisión contemporánea alcanza su punto álgido cuando adopta la complejidad como un medio para desafiar al espectador”. En última instancia, ambas series desafían las expectativas del espectador, demostrando que incluso en un universo compartido, cada historia puede ofrecer una experiencia única y transformadora.
Referencias
AMC. (2019). Entrevista con Vince Gilligan. Disponible en https://www.amc.com
Mittell, J. (2015). Complex TV: The Poetics of Contemporary Television Storytelling. New York University Press.
Sepinwall, A. (2013). The Revolution Was Televised: The Cops, Crooks, Slingers, and Slayers Who Changed TV Drama Forever. Touchstone.