Cómo evitar relaciones (y personas) tóxicas (libro completo)

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¿Cómo me defiendo?

Para que el mal triunfe, solo
se necesita que los hombres
buenos no hagan nada.
Edmund Burke

Que no hayas estado en una relación tóxica es prácticamente imposible. Si estás en una, es probable que este libro sea un placer culposo. Tal vez tengas la tentación de esconderlo… o de hacer que más de uno vea que lo estás leyendo (y te lo agradecería, si no te mete en problemas). Pero más que estudiar técnicas o situaciones para que los demás reflexionen (que no es un atributo de la mayoría… y mucho menos de una persona tóxica), te recomiendo que consideres alternativas más directas sobre el asunto que tienes entre manos. Pero, para ello, te pido que conozcas un poco más sobre el perfil de quien está frente a ti. 


Fuente: https://unsplash.com/photos/aXbfOFQ_juU
Toda persona tóxica tiene una adicción a atormentar, contrariar o imponer su voluntad otras personas. Y como ocurre con otros tipos de dependencias, buscan a quienes sean blancos “fáciles” (por cercanía, afinidad o aparente vulnerabilidad). Si identificas su cercanía, debes actuar con prudencia y fortaleza.

¿Es posible cambiar a una persona tóxica?

¿Recuerdas cuando hablamos sobre la toxicidad como un contagio? Pues, aquí se cumple esta metáfora perfectamente. Una persona tóxica es, normalmente, alguien que no ha resuelto una situación difícil en su vida; o cuyas heridas han hecho que “enferme” emocionalmente. Y el único alivio temporal es cargar ese resquemor en otros. Por ejemplo, un megalómano que disfruta atormentando a sus equipo de trabajo es, probablemente, alguien que no se siente capaz en su posición o logros. Quien busca deprimir a otros, seguramente necesita de algo especial que lo distinga del resto. Aquel que se estanca en objetivos a corto plazo, evidentemente tiene miedo a repetir algún fracaso, o de pasar a una nueva etapa. 

¿Quiéres ayudarle a afrontar alguno de estos problemas? Te propongo un pequeño test, para corroborar tu idoneidad y capacidad de ayuda. Por favor, no hagas trampa.

  1. ¿Eres algún profesional de la salud mental?
  2. ¿Tienes una relación distante (o ninguna relación) con esta persona?
  3. ¿Lo “malo” que hace esta persona, pasa prácticamente inadvertido para ti (no te afecta)?
  4. ¿Has pasado (y superado) la misma situación de esta persona?
  5. ¿Puedes mantener tu sanidad después de una temporada larga, tratando de que cambie?

Si tienes algún “no”, significa que corres el riesgo de caer en una relación tóxica. Si tienes dos o más, lo más probable es que termines alimentando el problema, al vincularte emocionalmente con esta persona. 

Varios psicólogos hablan, precisamente, de la “distancia” que hay que tener entre paciente y el tratante. Algunos mecanismos que funcionan adecuadamente para mantener esa lejanía son precisamente el control del tiempo (sus únicos encuentros son durante la sesión), el pago de honorarios profesionales (el cual mantiene el proceso como una transacción) y la falta de relación sentimental entre ambos (Lacan, 1972). Por otra parte, cuando tenemos una relación amical o sentimental con una persona tóxica, nuestra capacidad para influir en ella podría ser mucho menor que la de un extraño. 


Fuente: https://unsplash.com/photos/HORKkCWWBsM 
Si te acercas amical o sentimentalmente a una persona tóxica, el riesgo de hacerte daño será proporcional al grado de cercanía que tengas. Ten mucho cuidado con eso.

¿Razones? Para empezar, la adicción y la relación tienen un componente de “tira y afloja”: mientras más trates de cambiar (para bien o para mal) a esa persona, ella lo sentirá como si intentases sacar algún tipo de ventaja o invadir un espacio de intimidad que todavía no comparten (multiplica por diez si la otra persona es cerrada por naturaleza). Por lo tanto, sería como jugar con fuego. 

En segundo lugar, la cercanía hace que la gente sea más transparente con sus reacciones negativas. Piensa en la frecuencia de peleas entre hermanos y compárala con los primos (siempre y cuando estos no vivan en tu casa): cuando te peleas con los primeros, los quieres evitar inútilmente (porque están muy cerca de ti); a los segundos los esperas con emoción (y el tiempo termina haciendo que se perdonen). Y si no has tenido hermanos, recuerda cualquier escena de una película o serie en la que un esposo ha querido enseñar a manejar a su señora. ¡Es prácticamente imposible que no se quieran matar!

Finalmente, cuando tienes sentimientos cercanos por una persona, es difícil que busques utilizar criterios profesionales para analizarla. Muchos profesores estrictos son totalmente permisivos con sus hijos (y viceversa); los hijos de psicólogos son, con frecuencia, atendidos por otros especialistas; numerosos profesionales exitosos tienen un desastre por vida personal. ¿Razones? Tal vez sea culpa del sistema límbico; es decir, aquella región del cerebro que permite que sintamos emociones, al punto de tomar decisiones imprudentes cuando estamos bajo efectos de la angustia, la alegría o la cólera. El razonamiento lógico, atribuido al neocórtex, es temporalmente reemplazado por emociones que nublan nuestro juicio,  y nos hacen preferir lo que aparenta ser más atractivo (Castillero, 2020; Triglia, 2019).

Adicción a las personas
Fabio iba a la casa de su amigo Richard de forma interdiaria. Le contaba su día; abría la puerta de su refrigeradora; llevaba cervezas que tomaba rápidamente (a veces sin ofrecerle a Richard; se fumaba sus cigarrillos; y le decía para desarrollar proyectos que nunca empezaban. Richard, por su parte, se había acostumbrado a recibir las visitas de Fabio, hablaba poco y lo terminó considerando como una ventana segura al mundo. Después de todo, no tenía mucho que contar de su propia vida.Un día, Richard le contó a Fabio que se iba a casar con una amiga del trabajo. Estaba tan feliz, que le desconcertó cuando Fabio, en vez de felicitarlo, le dijo que él solo se casaría cuando tenga su vida resuelta… o que nunca se casaría.Desde ese día, Fabio dejó de visitar a Richard. Es más, dejó de escribirle mensajes durante meses; para luego acusarlo de ser un mal amigo. Y, finalmente, lo conminó a encontrarse con él en un café específico, donde habló solamente de lo interesante que se había vuelto su vida. Richard casi no pudo hablar nada. Se quedó totalmente desanimado de volver a ver a su amigo, por la actitud y el rencor en las palabras de Fabio.A veces tenemos relaciones (de pareja, amistad o de rutina) que se vuelven una adicción. ¿Razones? Tal vez porque necesitamos un referente que nos diga que estamos mejor que alguien más. Fabio y Richard eran amigos; pero el primero siempre se consideró más importante o con mejores logros: tenía un buen trabajo, se relacionaba espectacularmente con el mundo y podía contarle todo lo que quisiera sin parar. Por eso, cuando Richard había logrado algo nuevo, Fabio no se puso contento: se sintió traicionado. Había perdido una referencia importante en su vida.Como te imaginarás, Richard ya no podía hacer nada por Fabio. Ese sentimiento de rencor por su amigo era algo que tenía que resolver por madurez o con alguien lejano a esa relación. Solo el tiempo dirá si algo que se convirtió en una relación tóxica podría reinventarse como una auténtica amistad.  

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El cerebro humano cuenta con tres regiones, denominadas “reptiliano”, “sistema límbico” y “neocórtex”, abocados a las actividades automáticas de supervivencia, las emociones y el pensamiento lógico, respectivamente. Por tal motivo, es natural que un estado emocional intenso afecte la capacidad para tomar buenas decisiones, o deforme nuestras relaciones, convirtiéndolas en algo muy distinto a lo que deberían ser.

Con todo esto, te reitero mi recomendación: atender los problemas de una persona puede ser válido siempre y cuando no te lleven a una relación tóxica. Recuerda que, aun con una adecuada preparación, la cercanía emocional podría conducirte a malas decisiones; como mantener una amistad o relación de pareja en la que ambas partes se lastimen mutuamente.

¿Qué hacer cuando me encuentro con una persona tóxica?

Si fuese el caso de que (por razones de estudio, trabajo o cercanía física) no está en tus manos permanecer lejos de esa persona tóxica, quisiera pedirte que recordemos el ejemplo de la naturaleza. Estás en el medio de la cadena alimenticia, y el invasor se encuentra en la lista de los depredadores, tratando de que seas su presa. 

Casi todos los que nos dimos cuenta de que íbamos a ser devorados, volteamos la mirada, salimos del lugar donde nos encontrábamos o buscamos refugio en otros. Error. Si quieres mi consejo, no huyas al primer atisbo, porque las personas tóxicas, si bien no son necesariamente brillantes, conocen muy bien su papel. Por ejemplo, si puedes sostener la mirada y hablar de frente (si fuese el caso), romperás su esquema mental, y muy probablemente te dejen de considerar como una presa. Y si no funciona a la primera, tienes (o tendrás) más oportunidades para ir asentando tu propia imagen.


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La mayoría de personas tóxicas tratan de verse imponentes. Sin embargo, en el fondo, todos pertenecemos a la misma especie, y podemos recurrir a métodos sencillos para disminuir su efectividad. 

Cuando era muy joven, cometí el error de retroceder ante personas tóxicas. El resultado siempre era el mismo: les daba el suficiente espacio para que sigan avanzando, impongan sus ideas y contaminen el ambiente con un clima de sumisión, miedo o desconcierto. Y, a largo plazo, tuve que cortar vínculos con diversos espacios y personas… Incluso aquellos con los que quería mantener algún contacto.

¿Qué hacer si la persona tóxica está arriba de mí?

Si la persona tóxica está en un alto cargo, el asunto es delicado, ya que tiene más oportunidades para ponerse en una situación de ventaja. Además, le da pie para descargar la ira o el resentimiento o el desaliento que lleva consigo. Recuerda: las jerarquías alejan a las personas. Si los demás lo ven como alguien inalcanzable, su soledad podría jugar en contra de todos.


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Cuando una persona tóxica se encuentra en una posición de ventaja, es altamente probable que la use en contra de los demás. Por ello, resulta conveniente recurrir a estrategias de defensa. 

Estar en una situación de desventaja frente a una persona tóxica no es fácil. Sin embargo, no es imposible de sobrellevar. Y por eso, me tomo la libertad de recomendarte algunas estrategias que podrían resultar útiles para convivir con lo que, con toda seguridad, tienen que padecer muchas personas.

  1. Evita la negación

Cuando esa persona tóxica te pida algún disparate (ya sea porque realmente piensa disparates, o porque quiere meterte en problemas), una de las cosas que más castigan es que te rehúses a cumplir con su voluntad. Acéptala con energía y entusiasmo. Pero agrega una lista de consecuencias que probablemente ocurran si lo haces. Después de todo, si no lo advertiste, de alguna forma te echará la culpa. 

Por ejemplo, si te ordena que asumas una actividad mecánica, pero altamente demandante, respóndele que con mucho gusto realizarás esta actividad (trata de que no sobresalga la ironía). Pero recomiéndale también que tome las previsiones del perfil adecuado para tu reemplazo; pues resulta claro que, al asumir una nueva función, tendrás que dejar la que estás haciendo… la cual, probablemente, requiera del uso de criterio e inteligencia. Si no lo ha asimilado, destaca el tipo de competencias necesarias para cubrir tus actividades actuales, haciendo énfasis en el uso del criterio y el costo necesario de alguien con tu perfil en el mercado. Ante tal argumento, tendrá que retractarse o pedirte sugerencias más razonables. Después de todo, has dejado claro que resultaría imposible asumir esta tarea sin dejar la otra… A menos que te pongan a una persona que te apoye (que es exactamente lo que debió considerar desde un principio).

  1. Ni muy lejos, ni muy cerca

Cuando una persona tóxica tiene mucho poder, la mayoría de sus decisiones se vuelven emotivas (recuerda el sistema límbico y la interferencia de la cólera, la angustia o la alegría). Puede sancionar (sin preguntar, reflexionar o consultar) a alguien que se encuentre muy lejos de su campo de acción, como también a la persona que tenga más cerca.

Seguramente recuerdas a Montgomery Burns, el dueño de la planta nuclear en la serie animada Los Simpsons. A Burns le importa muy poco la seguridad social de sus empleados; a menos que ello implique multas o sanciones legales. Los cambiaría inmediatamente por robots, si es que descubre que la inversión pone sus cuentas en azul. Sin embargo, Smithers, el personaje que siempre lo acompaña, no la pasa mejor que los más humildes empleados: lo baña, viste, cumple con todos sus caprichos y está al pendiente cada minuto del día, al punto de perder su humanidad.


Fuente: https://simpsons.fandom.com/wiki/Charles_Montgomery_Burns?file=Mr._Burns.png

Montgomery Burns representa todas las características de un jefe tóxico: frío, manipulador y carente de empatía.  Además, como ocurre en la serie animada, este personaje sublima su soledad y tristeza en el maltrato físico o psicológico que inflige a sus subordinados. 

Pongo este ejemplo para observar la psicología del personaje. El poder absoluto en un jefe tóxico hace que su grado de atención recaiga sobre los más vulnerables (quienes están al pie del escalafón) o los más cercanos (el ayudante o segundo al mando, quien termina liderando casi toda la operación). El llamado síndrome de Procusto, que motiva a que los jefes mediocres castiguen a quienes sobresalen por su talento (Ramírez, 2017), es transmisible a los distintos niveles de una organización. La cabeza principal castiga al segundo, pero no necesariamente al tercero; el segundo castiga al tercero; el tercero al cuarto, etc. (recuerda el contagio). Esta cadena ha sido contada en programas humorísticos  para representar a distintas instituciones, como el ejército, el sistema legal y las instituciones públicas. Sin embargo, se trata de una historia triste.

Si quieres un consejo, lo mejor es cortar la cadena. Puedes acusar a quienes están debajo; pero acabarán temiéndote, y te encontrarás en dos frentes: el de alguien que te castiga por arriba y los que te evitan por debajo. Hay muy pocas situaciones peores que esa.  

Si te enfrentas a un jefe con el síndrome de Procusto, esta situación puede cambiar durante una migración de cargos o de políticas internas; si, por el contrario, estás tentado de convertirte en el segundo del dueño de una empresa dirigida por alguien como Montgomery Burns, deberías poner la toxicidad en la balanza. Tal vez, asumir un puesto de responsabilidad; pero no tan cercano como para que te caiga todo encima. Como ocurrió con la historia de Dédalo e Ícaro, no puedes volar demasiado bajo (porque podrías ahogarte), ni demasiado alto (porque la cera de tus alas podrían derretirse). Es saludable que tu trabajo te apasione; pero las decisiones que tomes sobre este deben ser prudentes.


Fuente: https://unsplash.com/photos/mkQsoiskWSg
Una sobreexposición frente a una persona tóxica con poder absoluto es una situación de permanente riesgo. El peligro se incrementa si el segundo al mando es particular y evidentemente talentoso.


  1. Ante el éxito, mantén tu nombre, pero cede parte del apellido

Cuando tienes un jefe tóxico, lo más probable es que sea reacio a nuevas o mejores ideas. En consecuencia, cuando quieras emprender una propuesta, lo mejor que hará por ti es dejar que la desarrolles sin recursos y bajo tu propio riesgo. 

Si la idea fracasa, probablemente no se perderá mucho. No se gastó nada (aparte de tu esfuerzo), ni hubo mayor interés. Aún así, revisa la letra chica de lo que hayan acordado. 

Si la idea tiene éxito, no te olvides de lo que te costó realizarla, y que quien te dio licencia para que la desarrolles va a cobrar su parte en los créditos. No temas agradecer elegantemente al área en la que trabajas, como la promotora de la propuesta (aun con todo, la gente sabe quién se encargó de desarrollarla). Y cuando ese tipo de cosas ocurren a menudo, te brindará satisfacciones más grandes, como el respeto sincero y la auténtica autoridad frente al equipo. Ningún cargo puede darte eso… Y menos con las dificultades que encuentras. 


Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Final_Fantasy_(franquicia)#/media/Archivo:Hironobu_Sakaguchi_20070706_Japan_Expo_1.jpg
Hironobu Sakaguchi, creador de la saga Final Fantasy, es un testimonio viviente de tenacidad frente a las dificultades y oposiciones que se pueden encontrar en el camino. Apostó su trabajo frente a un proyecto que se consideró su “fantasía final”.

Un ejemplo de lo que te comparto se dio en el lejano 1987. En dicho año, se publicó el primer videojuego de la serie Final Fantasy. Una leyenda viviente que, a la fecha, cuenta con más de tres décadas, y una de las mayores rentabilidades en la historia de dicha industria (Aparicio, 2018). El origen de su nombre vino de una discusión del joven creador Hironobu Sakaguchi y su jefe, en la agonizante compañía Squaresoft. Ante la constante negativa del segundo por el desarrollo de este proyecto, Sakaguchi optó por apostar su empleo y permanencia en el mundo de los videojuegos. Por eso, para su superior, esa iba a ser su “fantasía final”. Sin embargo, ese nombre pasó a convertirse en un éxito mundial, con millones de seguidores en todo el mundo.

Sin necesariamente apostar el empleo, tú también puedes asumir algún riesgo para lograr tus metas. Aun con un ambiente tóxico, tus proyectos también pueden realizarse. El mundo está lleno de buenas ideas; pero solo se ejecutan aquellas en las que se aplica una buena estrategia para implementarlas. Sortear los egos o los problemas de autoestima de una persona tóxica también es parte de tu tarea.

¿Y por qué sigo pasándola mal?

Puede que hayas reflexionado sobre el proceder de una persona tóxica, que está muy cerca a ti o que te afectó; además, es posible que hayas seguido buenas recomendaciones; e incluso acabado de resolver gran parte del problema. Sin embargo, aún con todo eso, puede que el asunto todavía te duela. En ese caso, quiero recomendarte el consejo de una amistad prudente o la ayuda profesional. No temas aceptarlo. Si tomas medicinas cuando tienes fiebre, no habría que pensarlo mucho para tu salud mental. Con todo, si todavía tienes dudas, te propongo algunas preguntas:

  1. ¿Te cambia el humor (negativamente) cuando piensas en esa persona?
  2. ¿Te cuesta trabajo descansar o dormir, si piensas en esa persona?
  3. ¿Te han dicho que hablas mucho de esa persona?
  4. ¿Sientes rencor cuando te mencionan esa persona?
  5. ¿Te incomoda que esa persona esté cerca, así no haya hecho nada?
  6. ¿Sientes que esa persona tiene intenciones de lastimarte?

Si vuelves a leer estas preguntas, podrías caer en la misma conclusión que yo: se parecen a las del enamoramiento (aunque no necesariamente lo es). Eso sería problemático, pues significa que sientes algo por esa persona, tienes la tentación de estar cerca a ella o su sola presencia tiene algo de poder sobre ti. En otras palabras, estás como la madera cerca al fuego.


Fuente: https://unsplash.com/photos/W3Jl3jREpDY
Acudir a un profesional de la salud puede ser una buena decisión; sobre todo cuando se vive en un mundo rodeado de velocidad, ruido y desorden. Aunque sepamos racionalmente lo que nos pasa, a veces necesitamos que alguien nos ayude a tomar mejores decisiones y sentirnos mejor.

Primera recomendación: guarda tu distancia (si la tienes que ver, evita situaciones que te comprometan emocionalmente), y comienza a reconstruir tu mundo interior (en el último capítulo hay unos consejos para ello). Segunda recomendación: acude a un profesional de la salud. Hay sentimientos demasiado fuertes como para ser calmados con tus propias fuerzas. Y trata el asunto como si estuvieras a punto de perder un diente, sufriendo una fiebre complicada o padeciendo un ataque de asma. Actúa rápido y no hagas trampa. 

En resumen…
  Comprometerte con una persona tóxica siempre tendrá un riesgo de contagio o de potenciación de aquello negativo que puedan tener ambos. Si es ella la que quiere acercarse para imponerse, no temas mirar de frente y mantener tu aplomo. Finalmente, lidiar con una persona tóxica implica el empleo de ciertas estrategias que te ayuden a sobrellevar sus características. Y si el asunto te afecta demasiado, acude a un profesional de la salud mental. Recuerda que esta vida está hecha para que aproveches cada momento. 

Como bien señala Daniel Gilbert, “los seres humanos infravaloran su propia resiliencia: no se dan cuenta de lo fácil que será cambiar su visión del mundo si ocurre algo malo. Constantemente sobredimensionan lo infelices que serán ante la adversidad” (Ansede, 2016). Por esas razones, si eres inteligente y sabes cómo actuar, todo lo demás será más sencillo. 


Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Predicci%C3%B3n_afectiva#/media/Archivo:Daniel_Todd_Gilbert.jpg
Daniel Gilbert es un psicólogo y escritor con amplio reconocimiento en todo el mundo. Sus trabajos sobre la felicidad ponen de manifiesto lo importante que es la perspectiva, como estrategia para determinar el estado de ánimo.

Lo que vives con personas tóxicas es un mal de muchos; pero no por eso deberías sufrir por su falta de consideración o las consecuencias de sus problemas personales. Aunque nuestra cultura confunde la sensibilidad con debilidad, solo alguien que percibe lo que ocurre a su alrededor es capaz de cambiarlo, transformarlo o crear algo nuevo a partir de lo existente. Aprovecha estas experiencias para ganarle al dolor; y busca un tiempo para sanar y cultivar relaciones virtuosas. Mientras más trabajes en ello, más lo merecerás. 

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